La llegada de un nuevo miembro a la familia puede ser planificada o una gran sorpresa, sin embargo, tener un bebé en un país que no es el de origen puede ser un poco más complejo de lo que se pronostica. Luisa Da Silveira, cofundadora de One2GO, nos cuenta su experiencia de embarazo y parto en Canadá, cuando estaba cursando su programa de estudios en este país.
Sí, claro. Soy Luisa Da Silveira, cofundadora de One2GO y relataré mi experiencia de embarazo y parto como latina en Canadá.
Estábamos viviendo en Toronto en ese momento, provincia de Ontario, y regresábamos de un viaje desde México en el que habíamos realizado nuestro primer evento con futuros estudiantes mexicanos, acabábamos de partir con la agencia. Mi familia es mexicana y mis padres médicos de profesión. Recuerdo que en ese viaje me junte con mi mamá y estuvimos conviviendo un par de días. Un día me dijo “Luisa, te veo un poco pálida, distinta, ¿estás comiendo bien?”, a lo que yo le respondí “si, obvio mamá”. No sabía que estaba embarazada y en ese periodo tenía un poquito de nauseas. Mi mamá me preguntó directamente “¿no serás que estás embarazada?”, a lo que yo le contesté “mamá, gracias, estoy muy bien, cuando necesite un consejo médico te lo pido” (risas) …y efectivamente, tenía razón.
Nos regresamos a Toronto y una semana después aprox., empecé a sentir más náuseas y en diferentes momentos del día. Empecé a sospechar, tal vez mi mamá tenía razón. Hasta ese momento todo era muy normal para mí. Me acuerdo perfectamente de que un día con Eduardo fuimos al supermercado y yo no pude entrar. Sentía todos los olores intensamente, desde el señor que había bajado las naranjas del camión hasta la persona que estaba ordenando los plátanos.
Le dije a Eduardo que creía que estaba embarazada y que había sacado una cita para una prueba para el día sábado. Esto fue un jueves. Eduardo me dice “pero ¿por qué vamos a esperar hasta el sábado? Podemos ir a la farmacia y comprar una prueba. Yo el conteste “pero tiene que ser de sangre, para que sea de verdad”. Él me responde “no, vamos a la farmacia de una vez”. Yo acepté, pasamos y llegamos a la casa. Era esta prueba típica, donde explican que, si se ve azul, estas embarazada, si se ve un poquito azul, también lo estás. Cuando recogí el test después de haberlo hecho, el azul era intenso, estaba embarazadísima (risas).
Después de enterarme, le avisé a mis papás, Eduardo por otro lado avisó a sus padres y al día siguiente, pedí una hora en una Walk In Clinic. En Canadá el sistema de salud funciona de una forma diferente en comparación con Latinoamérica, no puedes llegar directamente con un especialista, es decir, no puedes pedir una cita con un ginecólogo, por ejemplo. Entonces tienes que ir con un “family doctor” en una Walk In Clinic, ellos te hacen una evaluación y luego te derivan al especialista correspondiente.
Cuando llegué a la Walk In Clinic, ocurrió algo diferente a lo que esperaba culturalmente hablando. Nadie me felicitó, ni el “family doctor”. Me preguntó cuantas semanas tenía, le comenté que no lo sabía porque me había hecho una prueba y siguió realizando preguntas de rutina.
Solicité la derivación con el especialista y si me podía dar una orden para estudios generales. Llevaba un tiempo en Canadá y no me había hecho ningún chequeo, ahora quería saber si tenía anemia o si estaba bien de salud para continuar con un embarazo saludable.
Lo primero que me respondió fue “¿para qué? La verdad es que, si no te sientes mal, no tiene sentido hacerlo, es gastar recursos”. Le comenté “pero ¿qué pasa si no estoy bien?”. Después de insistir, me dio la orden, pero muy a regañadientes, no estaba completamente de acuerdo.
Al día siguiente me hice los estudios y esperé por la derivación al especialista. Los estudios arrojaron que tenía 8 semanas de embarazo, y yo ni enterada (risas). Haciendo cálculos, ya estaba saliendo del primer trimestre y todavía no tenía noticias del especialista. Pasaron 10 días y nada. Entonces, llamé y me dijeron que se iban a demorar por lo menos un mes. Pensé inmediatamente “¿un mes? ¿y qué pasa con el ultrasonido y el control de esa fecha?”.
Fui de nuevo al “family doctor” y le pedí si me podía derivar a todos los especialistas que el pudiera para que tuviera más opciones, considerando que la mayoría se iba a tomar ese tiempo en atenderme.
Me refirió a más especialistas y cuando me toca ir con el primer ginecólogo, pasó lo mismo que con el “family doctor”. No sé si es un tema cultural, pero no me felicitaron. Cuando entré a la consulta, después de una espera de 40 minutos, y le dije que estaba embarazada, no hubo ningún comentario positivo por mi embarazo. Todo fue muy frío, rutinario y nos explicaron sobre los honorarios, el costo del parto con el seguro médico y lo que conllevaba atenderse con ese especialista.
Salí muy triste de esa consulta, no me sentía cómoda, era un proceso muy distinto, nunca me había preparado para vivirlo, fuera o lejos de mi familia, de mi grupo de apoyo. Tenía una cita con otros dos ginecólogos y se repitió la experiencia. Uno de ellos era mujer, tampoco me felicitó. Ya tenía 12 semanas aprox. de gestación y seguía buscando especialistas, preguntando, investigando.
Hasta que un día, conversando con una de mis mejores amigas del College en el que estudié y que es canadiense, me dijo “Luisa, ¿por qué no vas con una midwife (matrona)?”. Se me hizo muy raro, porque al menos en México, no estamos acostumbrados a atendernos con matronas durante el embarazo. Ella me explicó que las midwives en Canadá estudian una carrera profesional y hay un colegio de midwives, es decir, es una profesión regulada. Entonces pensé que, si me lo estaba recomendando una canadiense, tenía mucho más sentido. También me comentó que la mayoría de sus amigas que habían tenido bebés, lo habían hecho con midwives.
En ese momento, empecé una nueva tarea: buscar midwives. Fuimos a varias entrevistas, averiguamos cuales tenían disponibilidad, porque funcionan con cupos, etc. Finalmente, encontramos un lugar que se llama Toronto Midwives y fue una super linda experiencia, desde el momento al que llegas a la Clinic (clínica), te saludan de forma muy amable, te preguntan tu nombre, todo de forma muy cariñosa.
Cuando paso con la midwive que tenía asignada, ella me dice “Luisa, felicidades por tu embarazo, que lindo, que momento, que felicidad por ustedes”. Ahí dije “aquí me quedo”. Ya habían pasado 4 semanas desde que me había enterado de que estaba embarazada y todavía sentía el que nadie me había felicitado.
Sí, también me explico lo que hacían y que la cobertura es completamente gratuita, a diferencia de un especialista, donde estábamos estimando alrededor de $14,000 CAD por el parto, sin que hubiera ninguna eventualidad, complicación o emergencia.
Antes de pasar al consultorio había un pasillo larguísimo donde veías a ambos lados lleno de fotos de bebés y de sus mamás que se habían atendido ahí, estaban los bebes recién nacidos y al lado ya más grandes. Era una comunidad que te invitaba a sentirte bien durante el proceso del embarazo.
Todo el proceso con ellos era gratis: los controles, los ultrasonidos, exámenes, todo subsidiado por el gobierno. Estaba la opción de tener el parto en la clínica de ellos, que no era el mismo lugar donde estábamos, sino un Birth Center (Centro de Nacimiento), que era solamente para nacimientos, como dice el nombre, y si decidías que tu bebé naciera ahí, podía ser con una camilla normal o en una tina, también gratuito. Otra opción era tener al bebé en tu casa y ellos llevaban todo, preparaban el ambiente para que estuviese limpio y desinfectado. La última alternativa era optar por uno de los hospitales con lo que tenían convenios, según el lugar donde estés, y si uno quiere tener el parto en el hospital. En este caso, solamente tenías que pagar $500 CAD. Para mí fue impresionante saber que por ese valor podía acceder a un parto, por ejemplo, en el Mount Sinai Hospital en Toronto, que es uno de los mejores hospitales en Canadá, y a nivel mundial es sumamente reconocido.
Te dan estas opciones en la primera consulta y podíamos evaluarlo, sin embargo, nos indicaron que teníamos que decidir en ese momento si querías inscribirte con ellos, porque ya estábamos cerrando el primer trimestre y necesitaban hacerme exámenes y ultrasonidos. Me dieron una lista detallando estos estudios. Ninguno de los tres especialistas anteriores, me había dado algo semejante ni tampoco que estábamos con el tiempo ajustado. “¿Dónde firmo?”, le pregunté inmediatamente (risas). Y firmé un documento donde te comprometes a seguir las instrucciones de las midwives y ellas te van a atender.
Salí muy contenta, con una orden para el día siguiente de un ultrasonido, más exámenes para asegurar que todo estuviese bien y eso para mí, fue maravilloso.
Costo $0 CAD. Yo llegaba con la orden que ellas me emitían y salían gratis.
Antes de conocer a las midwives, y antes del primer control con especialista, tuve una amenaza de aborto, con sangrado, a los 10 días después de enterarme que estaba embarazada.
En México hay muchas opciones, donde si tienes una amenaza de aborto hay medicamentos y opciones para esta situación.
Entonces voy al family doctor que me atendió en una primera instancia y me dice “bueno, lo siento, si estás teniendo un aborto no hay nada que pueda hacer”. Yo estaba impactada, y le pregunto, “¿no hay nada? ¿y medicamentos?”. Me responde “no te lo puedo recetar”.
Quede con la sensación de no saber que hacer. Hablé con la recepcionista y le explico para que me ayude y ella me dice “Luisa, a mí me paso lo mismo, trabajo con él, yo tuve un aborto y no pudo hacer nada”. Esto me caló muy hondo y le hablé a mi familia y a mi ginecólogo en México. Me dieron algunos consejos, como reposo absoluto por dos a tres semanas.
Después de esas dos semanas, poco a poco me fui reincorporando, tampoco quería un embarazo donde estuviera todo el tiempo acostada. Cuando tuve los controles con las midwives les conté y me hicieron una ecografía y otros análisis para saber que todo estuviese en orden. Ellas me confirmaron que estaba todo bien, afortunadamente no pasó a mayores.
Todos esos medicamentos no son gratuitos, si hay algunos centros de la mujer y la maternidad en Toronto donde puedes solicitarlos. De todos modos, las midwives te dan la orden para comprarlos, hay algunos productos, como el ácido fólico que no necesita receta y puedes adquirirlos en Costco, por ejemplo, y no tienen un valor elevado.
Con los midwives, lo sentí muy familiar, muy similar a México, desde que llegas y te presentan al equipo con el que te vas a atender. No es una sola midwive, hay una matrona principal y dos matronas back-up, que tienen un rol de apoyo. Son tres midwives y cada una de ellas tiene a sus practicantes, entonces estamos hablando de un equipo de entre 5 a 6 personas. Tienes contacto directo con ellas, si una no te contesta, pruebas con la que sigue y todas tienen tu expediente a la mano.
Esto es muy similar a lo que se vive en México, donde sabes que tienes a cierto equipo de embarazo o parto. En ese sentido sentí una similitud y un calor similar al que hubiese tenido en mi país. Mi suerte fue tal, que la midwife inicial, que fue la que me atendí en un comienzo, no iba a estar para le fecha de mi parto, entonces me asignaron otra midwife inmediatamente. Igualmente seguí en contacto con ella, pero ya no era la principal de mi equipo.
La vida da muchas sorpresas y la matrona que terminó siendo la principal de mi equipo, era canadiense, hija de padres mexicanos. Hablaba español y tenía esta cultura de apego y cariño, que mantuvo durante ese proceso y fue maravilloso. Yo entendía lo que me explicaban en inglés, pero era reconfortante poder grabar una consulta y que ella lo dijera en español para que la familia, al momento de enviarlo a México y Chile, pudieran saber cómo iba el proceso, que estaba pasando. Eso fue muy bonito.
Desde la casa, comenzamos a comprar cositas, como la cuna, que sinceramente no recomiendo comprarla (risas). El mudador tampoco, mejor una cómoda. Todo este proceso de ir armando el cuarto de Sophie.
En cuanto a asistir a clases prenatales, las mismas midwives tienen, cada cierto tiempo, un curso prenatal, el cual tiene costo, en ese momento eran $180 CAD aprox., y correspondían a 6 clases, que coincidían con las últimas 6 semanas de embarazo.
Nosotros pagamos estas clases y fuimos a la primera y única (risas). En esta charla nos explicaron que estaba pasando en ese momento del embarazo y te enseñan un código: 5-1-1. Cuando se tienen 5 contracciones, que duren 1 minuto durante 1 hora, es señal de parto y es momento de hablar y acudir al Centro de Nacimiento o al hospital o hablar para que lleguen a tu casa, dependiendo de la estrategia que tomaste. Se nos quedó ese número grabado. También nos mencionaron que tuviésemos una maleta lista con la ropa de mamá y del bebé, para que en cualquier momento pudieran salir de forma rápida.
Te cuento que fue la única clase a la que pudimos ir porque Sophie nació a la semana siguiente. Ella fue prematura, de 8 meses. Así que no me pude preparar para nada más (risas), no alcanzamos a ir a más clases. La maleta tampoco la tenía lista (risas), porque no era el momento, me faltaba tiempo.
Nada. De hecho, el día antes de que naciera Sophie yo tuve un control con la midwife. Ella me dijo que sentía que se estaba posicionando y me envío a hacer el último ultrasonido para saber cómo estaba. Nos fuimos esa misma mañana al Downtown, en el lugar donde hacían el ultrasonido y entregaban los resultados más rápido.
En Canadá, los técnicos de ultrasonido no pueden decirte nada. Todos los resultados te los tienen que entregar la midwife o el especialista, y en el momento del examen, ni siquiera te hablan. Yo le pregunté si estaba bien acomodada y me hizo el gesto “sí” con la cabeza. Y no me dijo nada más.
Le hablé a la midwife y le conté que ya me había hecho el ultrasonido. Ella me dijo que se lo enviaban en la tarde y lo revisaba.
Ese mismo día, fuimos al hospital donde decidimos que iba a tener a Sophie, para hacer la prueba con la anestesióloga. Yo tengo espina bífida, entonces tenía que ver donde iba a poner la epidural, hacer pruebas de alergia, etc. Ella me dijo enfáticamente “cuando llegues al hospital y estes en trabajo de parto, lo primero que tienes que hacer es llamarme, para que me dé tiempo de llegar y ponerte la epidural”.
Después de esto, estuvimos caminando todo el día con Eduardo, comimos ramen y llegamos tipo 7 PM a la casa. Me fui a bañar y a acostar, le comenté a Edu que estaba muy cansada. Recuerdo que era un viernes, estaba durmiendo, eran las 11:30 PM aprox., y me despierta un movimiento que venía del interior de mi cuerpo. Me levanto y siento como que me hago un poco de pipí.
Pensé “esto no es normal”. Le hablo a Eduardo, que estaba en el piso de abajo y al escucharme, entendió por mi tono de voz que algo pasaba, inmediatamente. Es algo que puede sonar extraño, pero el olor de ese líquido es super característico y le sentía el mismo aroma a Sophie hasta 10 días después de que nació. Cuando Edu iba subiendo las escaleras, lo sintió y me preguntó que era ese olor. Yo le dije que no sabía y le expliqué lo que había ocurrido.
En ese momento, pensé en hablarle a mi mamá, y le comentó que creía que rompí fuentes. Ella tenía que llegar dos días después a Canadá pues quería estar el último mes de embarazo conmigo, en el parto y un mes después de que naciera Sophie.
“A ver Luisa, ¿me estás bromeando? No creo, si falta todavía, no estas a tiempo” me dijo. Le respondí que sentía que no era normal lo que pasaba y ella me recomendó hablarle a mi midwife.
Llamo a mi matrona y me dice “no creo, la verdad, pero si quieres podemos checarlo. Vénganse a la clínica y revisamos bajo el microscopio. Trae la ropa interior que estabas usando”. Yo pensé “¿qué vas a ver bajo el microscopio?”.
Llegamos hasta allá y me dijo que íbamos a revisarlo. El líquido amniótico bajo el microscopio, a diferencia del agua, tiene un patrón muy característico, y por eso dicen que es como el “árbol de la vida”, puedes ver cómo se va ramificando. Efectivamente, era líquido amniótico.
Le pregunté si me quedaba o si nos íbamos al hospital. La midwive me responde que tengo que ir a mi casa porque en el hospital no me van a atender a menos que este con 6 cm. de dilatación, entonces iba a estar esperando mucho tiempo sin poder hacer mucho. Esto fue muy diferente a lo que sucede en Latinoamérica, que en cuanto rompes fuentes te vas al hospital y no te mueves de ahí.
Le comenté que mi mamá tuvo dos partos, mi hermano y yo, de forma muy rápida, mi hermano en 5 horas y yo en 4 horas, desde que rompió fuentes. Ya eran las 12 AM. La midwife me dijo “tranquila, mañana te voy a hablar para ver como amaneciste, tipo 7 AM. Ve a la farmacia y tomate esta pastilla para que puedas dormir un ratito, se te quite el malestar y hablamos”.
Nos vamos con Eduardo a comprar estas pastillas y me quedo en el auto. Él baja y cuando viene de regreso, comienzo a sentir las contracciones. Me dice que se le olvidó el nombre del medicamento (risas), así que le dije que se subiera al auto y que ya la pastilla no iba. Nos fuimos a la casa.
En cuanto llegué, le hablé a una de mis mejores amigas, que cuatro meses antes había sido mamá, para que me diera consejos para las molestias que estaba sintiendo en ese momento porque ya no podía acostarme. Ella me recomendó que repitiera mantras como “OM”, pues es el único que salía desde la boca del estómago y podía calmar las contracciones. También me dijo que me metiera a la tina o a la ducha con agua caliente. Milagrosamente, funcionó. En cuanto el agua me tocó, sentí un gran alivio. Contábamos las contracciones con una aplicación y todas eran normales.
A las 5:30 AM hubo una contracción muy fuerte, que duró casi 3 minutos y yo en ese momento le dije a Eduardo “no puedo más”. Llamamos nuevamente a la midwife y no nos contestaba. Después nos enteramos de que estaba en un parto. Llamamos a la segunda midwife y tampoco nos contestaba. Esperando alguna respuesta, le dije a Edu que nos fuéramos al hospital.
Imagínate que entre contracción y contracción podía bajar la escalera, si no, era imposible, me inhabilitaba completamente. No tenía tanto dolor en la panza, sino en la espalda por lo de la espina bífida y también en una de mis piernas.
Llegamos al hospital y menos mal que fue a esa hora (madrugada), porque me imagino a las 3PM en el Downtown de Toronto, nunca hubiésemos llegado. Recuerdo que iba con un pie arriba del tablero, el otro al lado de la palanca, de película (risas). Eduardo trataba de no ir muy rápido porque no queríamos que nos parara la policía.
Íbamos casi llegando y nos contesta la midwife, nos pide disculpas porque estaba saliendo de un parto. Le dije que íbamos en camino, le expliqué que tuve una contracción larguísima, etc. Ella le pregunta a Eduardo donde viene, él le responde las calles donde estábamos y mi matrona le dice “apresúrate, como escucho a Luisa, si no te apuras la bebé va a nacer en el auto”. Yo quedé impactada.
Llegamos al hospital, y supuse que era como en las películas. Estacionamos en el lugar donde llegan las ambulancias y lo primero que vemos es a alguien acercarse. Pensé “alguien viene por mí”. Esta persona le dice a Eduardo “no puede dejar el auto acá”. Le explicamos que estaba en trabajo de parto y nos contestó “entonces, tiene que subir sola y tú tienes que estacionar el auto a dos cuadras de acá”.
“¿Cómo? ¿Sola?” Y se tuvo que hacer. Ese fue el primer momento duro, donde sientes esa soledad, en este tipo de procesos donde no había nadie de la familia que pudiese estar ahí y que dijera “tranquilo, sube con ella, yo lo voy a estacionar”.
Me acuerdo de que iba caminando al ascensor, que ya sabía dónde estaba porque había ido el día anterior. De repente veo a una enfermera corriendo hacia mí y pensé “por fin, alguien me viene ayudar”. Me paré entre contracción y contracción y pasa de largo.
Pensé: “¿Qué pasó? ¡Aquí estoy! Ok, no era por mi” y seguí caminando. Subí al ascensor y dentro estaba un hombre mayor. Cuando lo veo, le digo “perdón, pero tengo que gritar un poco”. Figúrate, ahí disculpándome por la contracción. El señor me dijo que no me preocupara. Amablemente, me acompañó hasta el piso 17 y me entregó con las enfermeras.
Lo primero que le digo a la enfermera es mi nombre, tal persona es mi midwive y tal es la anestesióloga, para que la llamen. La enfermera como que se ríe de mí y me dice “tu no puedes pedir eso, lo tiene que pedir la midwife” y le respondí que ayer, la anestesióloga me había indicado que cuando llegara tenía que avisarle. Me volvió a recalcar que había que esperar a la matrona para llamarla.
Me metieron a un cubículo, esperando, ya no podía más del dolor. Pensaba en qué momento había pasado toda esta situación. En eso volteo y llega mi midwife, deshaciéndose en disculpas, pero era entendible, estaba atendiendo otro parto. Le digo “no te preocupes, que bueno que estas aquí, ayúdame, necesito que pidas a la anestesióloga y me digas que va a pasar”.
En ese momento estaba con un dolor insoportable en la espalda y en la pierna. Mi midwife me dice que le va a hablar inmediatamente, pero va a revisarme para saber que tan dilatada estaba. Después de realizarlo, se me queda viendo y me dice “Luisa, no hay tiempo, tienes 9 cm. de dilatación”. Imagínate, son 10 cm. en total. En ese momento, reflexioné que ya no habría más dolor del que estaba sintiendo en ese momento, no iba a tener que aumentar al doble porque me quedaba 1 cm. “Puedo hacerlo”, pensé.
La midwife me dice que tenemos que ir a la sala de parto y preparar todo, pero le digo que Eduardo no ha llegado. “Es que Luisa, vamos, pronto va a llegar”, me responde. Iba saliendo del cubículo, con todas mis cosas allí y justo en ese momento, entra Eduardo. Me pregunta que a donde voy y le digo “está naciendo, ahora ya, ve por mis cosas y te veo en la sala”.
Una enfermera me acompañaba, iba tomada de su mano y era muy pesada. La única forma en la que podía controlar el dolor de las contracciones era agachándome o doblando la pierna que me dolía, pero hasta el piso. Entonces esta señora me decía “no te tires, levántate, no te voy a recoger del suelo, ¿acaso no querías tener un bebé?”.
Llegó un momento donde estaba tan cansada y harta que le respondí “no me estoy tirando al piso, es la única forma en que controlo las contracciones. Cállate o déjame. No te necesito”. Justo en ese momento llega mi midwife y me pregunta que pasa. Le conté rápidamente y mi matrona le dijo a esta señora “necesito otra enfermera, no te puedo tener acá si estás teniendo esta discusión”.
Me pasaron a la sala de parto y le pregunté a la midwife “¿cuánto tiempo falta? ¿De verdad no puedo pedir a la anestesióloga? Me duele mucho”. Me respondió que en lo que llegaba la anestesióloga, me ponía la epidural y hacía efecto, serían unos 40 minutos, y Sophie iba a haber nacido en 40 minutos.
Le contesté que de verdad yo aguantaba si eran 40 minutos, pero si eran 45 minutos, no podía. “No me estés mintiendo para que este más tranquila”, le dije. Ella me confirma la hora y yo tenía un reloj frente a la cama, y puse un temporizador en mi mente: partimos. Y nació en 41 minutos.
A los 37 minutos, me dijo: “pásame tu mano, ¿sientes eso?”. Me la pone abajo y le digo “sí, ¿qué es eso?”. Me responde “es la cabeza de tu hija”. Yo en shock, pensaba “¿por qué perdemos tiempo en mostrarme esto? Sácala, sácala ahora” (risas).
Nace Sophie y lo primero que hacen es pasármela al pecho, sin cortar nada. En Canadá tienen muy incorporado el tema del apego al nacer. Me dicen que ella es mi bebé, y de verdad que hasta ese momento fue como “¡Wow! Mira lo que hicimos”. Todo el embarazo materializado en una guagüita chiquitita, no sabía cómo tomarla o agarrarla. Fue una experiencia mágica.
Después de que Sophie nace, este proceso de apego duró unos 40 a 60 minutos, y después de ese tiempo lo que hicieron fue cortar el cordón umbilical.
Nuestra hija estaba bien, lo único que tuvo fue ictericia al nacer y le tuvieron que hacer fototerapia. Cuando nos dicen que a Sophie hay que tenerla en una especie de incubadora, con fototerapia, pensamos “que mal, se la van a tener que llevar”. Grande fue nuestra sorpresa, cuando llega la enfermera y nos dice “aquí traigo la incubadora para que Sophie pueda tener su terapia”. En ningún momento se trasladaron a Sophie a otro lugar, siempre estuvimos juntas, desde que nació. Como yo no tuve ninguna complicación, me podían dar de alta, pero como Sophie iba a estar en fototerapia, dejaron que me quedara 3 días más, por los mismos $500 CAD, sin tener que pagar nada extra.
Las enfermeras les ponen un antifaz a los niños para la fototerapia, y les dibujan ojitos y pestañitas, para hacer el proceso un poco más ameno.
A lo mejor para la gente que está más relacionada al área de la salud podría pensar que la fototerapia e ictericia no es tan grave, pero para uno que no conoce todo esto en detalle y recién tienes a tu primer bebé, es difícil. El personal del hospital que nos acompañaron siempre preguntaban cómo estábamos, si nos faltaba algo. En ese sentido, creo que tuvimos muy buena suerte, todo se confabuló para que pudiéramos pasar ese momento de la mejor forma posible.
Mientras estábamos en el hospital, la matrona y el equipo que tienes te ayudan con el tema de la inscripción de los niños. Sophie al dejar del recinto ya estaba inscrita, entonces prácticamente sales con una guagua canadiense, con todos sus papeles en regla. Lo único que queda es solicitar la Health Card física y el tema del pasaporte, pero ya estaba registrada. Para alguien que está en un lugar nuevo, es reconfortante que te orienten y te ayuden con todo.
Después de este tiempo, teníamos que volver a nuestra casa, pero antes de que nos dieran de alta, en Ontario al menos, es obligación de los padres ir a una charla postparto. No pude tener las clases preparto, pero a ésta si fui (risas). Básicamente juntan a todas las mujeres que fueron mamás en las últimas 24 horas y una enfermera da la charla, te enseña que es lo que hay que esperar, por ejemplo, es super normal que las guaguas recién nacidas dejen de respirar hasta por 10 segundos. Otra situación que mencionaba era que los bebés no sudan, no corren, no hacen nada, entonces no es necesario que lo/la bañes cada día, etc. Te entregan ciertos tips que al final uno no sabe y al menos tienes esa información en la cabeza al momento de llegar a tu casa.
Tampoco te dan de alta si no sacas al bebé en una silla de bebé, lo que se conoce en Chile como el “huevito”. Las enfermeras te enseñan cual es la posición correcta, en caso de que sea muy pequeña como enrollar las toallitas, etc. Al final la guagua tiene que salir segura.
Una anécdota súper chistosa que nos pasó fue con el “huevito”, porque tiene dos partes, una que queda en el auto y la estructura donde va el bebé que se quita y se pone. Nosotros no sabíamos esto. Cuando Eduardo sube con el “huevito”, sale con todo a buscarnos. En el ascensor, un señor volteó a verlo y le dijo “¿papá primerizo?”. “Sí, ¿cómo lo sabes?”, le dijo Eduardo. El caballero le explico que una de las partes se deja en el auto. Eduardo no podía creerlo (risas). Cosas que pasan. Nunca más sacamos esa parte.
Necesitó más fototerapia. Otra diferencia con Latinoamérica es que las midwives tratan de mantener un ambiente plenamente seguro para las guaguas, entonces ellas van a tu casa a hacer los primeros controles del mes y medio. Es decir, durante este tiempo, no tienes que sacar a tu bebé para controlarlo, ellas llegan a tu hogar y les miden los niveles de glucosa, bilirrubina, etc.
En nuestro caso, al primer control, a los dos días de haber llegado, volvió a salir elevada la bilirrubina para la ictericia, entonces nos dijeron “tienen que traerla al hospital, seguimos con la fototerapia”. Se extendió una semana más, la única que estuvo internada fue Sophie. A los padres nos daban opciones de arrendar una pieza en uno de los pisos que tienen en la clínica. Esa pieza se solicitaba por todo el tiempo que Sophie estuviera hospitalizada. Con Eduardo nos turnábamos, y afortunadamente no hubo una complicación mayor durante ese periodo.
Esta hospitalización y tratamiento de Sophie también fue gratis, por el hecho de que ella es canadiense y su seguro de salud está cubierto por la provincia. Solamente tuvimos que pagar el depósito por la pieza en el hospital que ocupamos nosotros.
Una vez que le dieron el alta médica, después de esos 7 días, no necesitó ninguna atención médica.
En cuanto a las vacunas, en el hospital no le aplicaron ninguna. Cada mes hay control y uno tiene que buscar con que family doctor o pediatra va a atenderse el bebé. Nosotros buscamos en Toronto una clínica que se llama “Kidcrew”, que es súper buena, la recomiendo mucho. Hay pediatras de todas las nacionalidades, algunos hablan español y otros idiomas. Nosotros nos sentimos muy tranquilos con Erin, que fue la pediatra de Sophie durante su estancia en Canadá.
Cuando vas a la consulta inicial te informan sobre el plan de vacunación a nivel nacional, donde todos los niños y niñas deben tener sus vacunas, y están estipuladas por edad y temporada, por ejemplo, la de la Influenza. Todas esas vacunas son gratuitas.
Funciona bien, sin embargo, creo que uno tiene que leer y enterarse de cómo funciona con anticipación, saber cuales opciones existen y no agarrar la experiencia en el camino, que fue mi caso, de forma repentina, sin planearlo, sin tener un camino trazado.
En mi experiencia, si hubo hitos que me hubieran gustado que fueran mejores, pero en general nunca me sentí desamparada o en una situación en la que dijera “estoy mal, mi bebé está mal y no se está haciendo nada”. En cuanto a Sophie, cuando nació, todas las atenciones, la inmediatez que debe tenerse con una recién nacida, todo se hizo. Si con las madres que a lo mejor teníamos la calidad de residentes temporales hubo algunos detalles, pero con la información apropiada puede ser una etapa muy bonita y placentera.
Mi primer consejo es informarse, nada les va a dar una mejor visión, un mejor proceso y una mejor experiencia que conocer en detalle las opciones que se tienen. La información les va a entregar todo, si no les queda claro, vuelvan a consultar.
Puede ser que lleguen a Canadá como estudiantes internacionales o acompañando a un estudiante internacional. En ese momento, yo era estudiante internacional y aún no terminaba mi programa, me faltaba la última parte del Co-op y me sentí casi como en la secundaria, había quedado embarazada estudiando. Pero ya tenía 27 años y la institución donde estudiaba me brindó todo el apoyo, ya no era una situación donde me dijeran “te vamos a expulsar”.
No pierdan la esperanza, en ningún sentido. Tal vez tome un poco más de tiempo y esfuerzo, por todos los cambios que se producen, pero no se sientan frustrados.
Mi segundo consejo, es acudir a una midwife inmediatamente, a ojos cerrados (risas).
Agradecemos a Luisa por su sinceridad y cariño, acercando su experiencia a todas las mujeres que están pasando o podrían pasar por una situación similar en Canadá.
Y ahora que sabes esta información tan valiosa…¿te atreves a dar el siguiente paso?
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